26 noviembre 2011 ~ 1 Comment

La Persona Del Espíritu Santo

La Persona Del Espíritu Santo

Por: Héctor López

El Dios todopoderoso y eterno, creador y sostenedor del universo; es un Dios único porque nadie ni nada puede competir con Él y tener oportunidad de prevalecer; es además único en sustancia, pero que se manifiesta en tres personas Padre, Hijo y el Espíritu Santo. Este es un glorioso misterio que involucra a Dios en el restablecimiento sistemático de la comunicación con el hombre, a pesar de  sus actos de desobediencia. Cada vez tenemos la oportunidad de recomponer nuestra relación con un Padre que exige el cumplimiento de lo establecido; a través del Hijo, que  por su sacrificio en la cruz provee continuamente la gracia que logra el perdón; y el Espíritu Santo que pone en el pensamiento de los seres humanos la idea de haber pecado, y la necesidad del arrepentimiento para la restauración necesaria.

Influenciados por ciertas doctrinas, que no tienen fundamento bíblico, se ha formado en el pensamiento humano formas alegóricas de Dios (el Padre, una figura de hombre muy adulto, el Hijo una figura de hombre maduro, pero no anciano. Una figura mental del Espíritu Santo se hace más difícil). Sin embargo en Éxodo 20:3-4 y Deuteronomio 5:7-8 encontramos el mandato de Dios que nos dice: “No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra”. En Deuteronomio 5:8 dice además “No harás para ti escultura…”

Representar a Dios con imágenes o esculturas es una acción inútil, porque de esa manera nunca se logrará adorar a Dios. En Juan 4:23 y 24 Jesús dice que los verdaderos adoradores adoraran al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca. Dios es espíritu; y los que le adoran, y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que le adoren.

El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo han marcado sus huellas en el Antiguo Testamento, aunque la figura que más se destaca en esa Dispensación es la del Padre. Reflexionemos en los acontecimientos del Éxodo cuando Dios se reveló a Moisés en la zarza ardiendo, Las plagas para combatir los dioses egipcios. Cuando abrió el mar Rojo para que el pueblo pasara en seco. Cuando proveyó todo cuanto Israel   necesitó durante su travesía del desierto. En Josué se narra la separación de las agua del rio Jordán para que el pueblo tomara posesión de la tierra prometida. Digno es de recordar cuando detuvo la rotación de la tierra en torno al sol para prolongar la luz de ese día. Estos pocos ejemplos hacen sentir la presencia del Espíritu de manera especial; como cuando entró en los huesos secos y los revivió. Ezq. 37.

En cuanto al Hijo, la revelación de Dios que se encuentra en los tres primeros versos del evangelio según San Juan, nos indica que es eterno, que siempre ha existido: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios.  Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. En el Antiguo Testamento encontramos muchas Escrituras que narran apariciones que representan a Jesucristo antes de su encarnación. Una de esas Escrituras la encontramos en Jueces 13 y se refiere a la anunciación del nacimiento de Sansón, el personaje que se nombra como el Ángel de Jehová, Él mismo dijo que su nombre era Admirable (verso 18), uno de los nombres que dan a Jesús en Isaías 9:6. Matthew Henry lo explica con estas palabras: “El ángel asistió al sacrificio y lo recibió él mismo, mostrando así que era Dios mismo, es decir, el Señor Jesús antes de su encarnación” (Comentario bíblico de Matthew, Henry, Ed. CLIE,1999 página 261).

El Hijo es la principal representación de Dios ante el hombre en las narraciones de los cuatro evangelios, aunque siempre con la interacción de las tres personas de la Deidad.

Estos relatos incluyen la anunciación de su nacimiento, ministerio, padecimiento, muerte, resurrección y ascensión al Padre.


El Espíritu Santo  

Lo encontramos tan temprano como en Génesis 1:2: “Y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”, estaba presente antes de la creación, y después y ahora, y lo estará por siempre, porque es eterno, una misma sustancia con  el Padre y con el Hijo.

En Mateo 12:32, Marcos 3:29 y Lucas 12:10 Jesús destaca la excelsitud del Espíritu Santo cuando plantea que el que dijere alguna palabra contra el Espíritu Santo no será perdonado ni en este siglo ni el venidero, sino que es reo de juicio eterno. Sin embargo, siendo Jesucristo Dios, plantea que el pecado por blasfemarlo a Él puede ser perdonado, pero no al que blasfeme al Espíritu Santo ¿en qué lugar lo está colocando? Esta resulta ser una pregunta sumamente importante, pero difícil de contestar.

Encontramos al Espíritu Santo en Éxodo 31:3 dotando a los hombres de inteligencia, ciencia y sabiduría. “…y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte.

Luego en otras porciones usa de su poder para cambiar la intención de los hombres, empoderarlos para hacerlos diestros en el arte de la guerra, profetizar, y para gobernar:

Números 24:2-9. El Espíritu Santo pone palabras en boca de Balaam para bendecir su pueblo aunque él tenía la intención de maldecirlo.

Jueces 3:9-11. El Espíritu Santo empoderó a Otoniel para ganar la batalla en favor de Israel.

6 34 Entonces el Espíritu de Jehová vino sobre Gedeón, y cuando éste tocó el cuerno, los abiezeritas se reunieron con él. 1129 Y el Espíritu de Jehová vino sobre Jefté; y pasó por Galaad y Manasés, y de allí pasó a Mizpa de Galaad, y de Mizpa de Galaad pasó a los hijos de Amón.

13 25 Y el Espíritu de Jehová comenzó a manifestarse en él en los campamentos de Dan, entre Zora y Estaol. 14 6 Y el Espíritu de Jehová vino sobre Sansón, quien despedazó al león como quien despedaza un cabrito, sin tener nada en su mano.

2 Sam23:2-4 El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, Y su palabra ha estado en mi lengua.  El Dios de Israel ha dicho, Me habló la Roca de Israel: Habrá un justo que gobierne entre los hombres, Que gobierne en el temor de Dios.  Será como la luz de la mañana, Como el resplandor del sol en una mañana sin nubes, Como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra.

El Salmo 104 nos habla de la acción creadora del Espíritu Santo, y el 139 de su omnipresencia, dos de los atributos de Dios: 104:29-30 “Escondes tu rostro, se turban; Les quitas el hálito, dejan de ser, Y vuelven al polvo. Envías tu Espíritu, son creados, Y renuevas la faz de la tierra.

139:7 ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?”

En la concepción de María el Espíritu Santo produjo la fertilización milagrosa del ovulo, para que no fuera necesario el aporte del espermatozoide, y la participación del varón en la encarnación de Jesucristo. En Génesis 3:15 dice:  “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”.

Jesucristo dijo que su ministerio sería seguido por el ministerio del Espíritu Santo: En Juan 14:16 y 26; 15:26; y 16:7dice que el padre dará otro consolador, el Espíritu de verdad, que el consolador es el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre. Al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.

Resulta interesante la reflexión sobre esta Escritura. El Espíritu Santo  sería enviado por el Padre, quien también envió al Hijo, también se aprecia que una persona de la Trinidad sería reemplazada por otra persona de la Trinidad, lo que equivale a decir que Jesucristo y el Espíritu Santo ambos son Dios, y que  el Espíritu Santo pasaría a ser la principal representación de Dios en esta dispensación, que se inició después de la ascensión de Cristo, con el derramamiento del Espíritu Santo en el Aposento Alto. Cabe destacar el hecho de que los no creyentes no pueden recibir el Espíritu Santo.

Muchas de las manifestaciones de autoridad y poder del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento son narradas en el libro de los Hechos, una de ella la encontramos en el capítulo 5:1-11. Pedro lleno del poder de Dios enfrenta a Ananías y le dice: “¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieras al Espíritu Santo?” ¿Cómo lo supo Pedro? ¿Quién se lo dijo? No se le miente a las cosas o a los animales, se le miente a las personas, entonces el Espíritu Santo es una Persona. De igual manera Pedro enfrento a Safira la mujer de Ananías y le reclamó “¿Por qué conviniste en tentar al Espíritu Santo?” Solo las personas son tentadas a hacer lo que conscientemente saben que no deben hacer. En estos episodios el Espíritu Santo actuó con autoridad, y para aplicar juicio.

En Hechos 13:2 El Espíritu Santo imparte una orden ejecutiva en primera persona: “Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra que los he llamado”. Fijémonos en la forma del verbo apartar. Apartadme, aparten para mi, y luego agrega para la obra que los he llamado (que yo los he llamado, dice el Espíritu Santo), hablando como quien tiene autoridad.

Las cosas son, pues, como el Padre lo ha establecido, como el Hijo las ha enseñado, como el Espíritu Santo las revela. En los versos 13-15 del Juan 16 Jesús muestra cual sería la norma de operación del Santo Espíritu en el seno de la Iglesia: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.  El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber”. Juan no está limitando la autoridad del Espíritu Santo sino haciendo eco de la coordinación en las acciones de las tres personas de la Deidad. En el comentario de Matthew Henry se enfoca de la siguiente manera “En perfecta concordancia y de común acuerdo con el Padre y el Hijo” (Comentario bíblico de Matthew, Henry, Ed. CLIE, 1999 página 1456).

Porque la palabra de Dios es propositiva, es decir que siempre tiene  un propósito o que es pronunciada para que ocurra un hecho específico, puntual. Como dice Isaías 55:11: “así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”.

Un Comentario a “La Persona Del Espíritu Santo”

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