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El Símbolo de la Navidad

El Símbolo de la Navidad

Héctor López Zorrilla

La navidad es una celebración, que se supone cristiana, para celebrar el nacimiento del Hijo de Dios, quien es el salvador del mundo; y que es Dios encarnado. De primera intención parece que estoy haciendo la afirmación de que Cristo es el símbolo de la navidad. Eso es muy cierto, sin embargo son necesarias algunas puntualizaciones aclaratorias.

Se supone que son celebraciones para festejar adorando a Dios por el regalo de navidad,  Jesús; pero hay rasgos de estas fiestas que apuntan hacia otros propósitos, y algunos de los cuales  no están claramente establecidos, creo que  algunos aspectos  a Dios no le ha placido revelarlos, quizás  porque no conviene a su proyecto, y para que la mirada se enfoque en quien nació y no en que estación del año nació. Porque Cristo no permaneció en el pesebre, sino que su nacimiento fue un acontecimiento dentro de un programa que incluye aspectos que se  han cumplido perfectamente, y otros que están en curso.

Creo que el nacimiento de Jesús no es un fin en sí mismo, sino un medio para alcanzar su propósito de abrir un camino para que cada ser humano tenga la oportunidad de restaurar su relación con Dios.

 

¿En qué época de año nació Jesús?

No hay certidumbre de la época del año en que ocurrió este trascendental acontecimiento, se dan variadas teorías sobre porqué unas y porqué no otras, pero nadie asume la responsabilidad de establecer un tiempo exacto, todo se deja en posibilidades no definitivas. Podemos tener algunas aproximaciones: Según anotaciones (4297, página 1494) de la Biblia de Referencia Thompson, Edición Milenio, 1987, B.B. Kirkbride Bible Company, y Editora vida; hay una diferencia de 4 a 5 años menos en la  literatura contemporánea. Esto es que los años comenzaron a contarse 4 a 5 años después del nacimiento de Cristo.

El Diccionario Enciclopédico Duarte, tercera Edición 1975, página 871 dice: Se ignora la fecha exacta del+ nacimiento de Cristo. La fecha de celebración de la navidad el 25 de diciembre fue establecida a fin del siglo II (segundo), esta fecha  se estableció para contrarrestar el esplendor de las innumerables fiestas paganas que conmemoraban en dicha fecha, con motivo del nacimiento de sus dioses, sus héroes y el sol.

Según la obra de Donald E. Demaray 1996, LOGOI, y Ed. UNILIT, Herodes, el que ordenó la matanza de los niños, murió en el año 4 A. C. Estas referencias nos permiten adentrarnos en el tema y conocer algunas de sus particularidades. Puede apreciarse el auge de las doctrinas paganas y la influencia que estas ejercían sobre la iglesia de entonces, y posiblemente las razones de establecer la celebración no estuvo relacionada con la fe cristiana, y el “creer en Cristo como dice la Escritura”.

Quiero que no perdamos la perspectiva de que la cronología de Dios es perfecta y que las cosas ocurren en el tiempo que el soberanamente establece. Al respecto Pablo dice: Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,
para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos (Gálatas 4:4 y 5). Nótese que dice: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo” ¿Cuál tiempo?, el tiempo que Dios había establecido soberanamente, lo que significa que los hechos a que hacemos referencia estaban profetizados, y que ocurrieron cuando Dios lo determinó.

Las luces de colores y los árboles de navidad son un símbolo prominente de estas celebraciones, realmente son íconos. Para estos tiempos, y a lo mejor desde sus inicios, una imagen de Jesús no identificaría la temporada como lo hacen las luces de colores.

 

¿Qué o quién es el símbolo de la Navidad?

Durante mucho tiempo, y menos ahora, se hace énfasis en que es una celebración para el acercamiento de las familia y confraternizar con las amistades. En ninguno de los casos la atención  se centra en Jesús.

Los evangelios de Lucas y Mateo, ambos en su respectivo capítulo dos narran los hechos cercanos al nacimiento  del Mesías Rey; que es el motivo del establecimiento de la celebración.

En los versos 7 al 16 se hace referencia a que el niño estaba acostado en un pesebre, y dos veces a que estaba envuelto en pañales, ¿era esto absolutamente necesario?, por supuesto que no, porque el verso 11 dice: “que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor”.  ¿Qué pasó entonces? Que Dios quiso que el evento estuviera revestido de humildad, porque así convenía a sus propósitos, y así había sido profetizado: “Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.  Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos”. Isaías 53:2-3.

Era necesario que la mirada de los hombres se posara en los motivos, la gracia, la misericordia y el don de Dios “para con los hombres”. Cualquier gobernante de ayer y de hoy se sentiría muy gratificado con que un hecho así ocurriera en su palacio, pero Dios se lo comunicó a hombres que en horas de la madrugada estaban trabajando, velando por la seguridad del ganado que pastoreaban, que posiblemente no era de ellos, sino que actuaban para percibir un salario. Llama la atención la celebración, que en circuito cerrado, Dios preparó para ellos: Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor.  Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! Lucas 2:9 y 10; 13 y 14.

Hay manifestaciones en estas celebraciones que no se compadecen con las motivaciones y objetivos de lo que la provoca. Festejamos no al que cumple años, celebramos las fiestas mismas y aparentemente no tienen ninguna relación con el nacimiento del Hijo de Dios. Esta tendencia se acentúa cada vez más. Hay países donde se considera una intolerancia religiosa la expresión “Feliz Navidad”, y lo han cambiado por felices fiestas. Con esto se procura excluir a Jesús quien se supone el festejado ¿a quién se está festejando entonces? ¿Qué sentido tiene? Aparentemente para muchos  el principal  motivo es el lucro, el consumo a gran escala, el acumular riquezas sin límites, el dar rienda suelta a la codicia, la avaricia para lo cual se estimula el consumismo desbocado.

He dicho que lo que más identifica estas fiestas son las luces de colores y el “árbol de navidad”, estos son los reales símbolos para la mayoría de las personas, aun para algunos que dicen ser cristianos, no nos engañemos.

Cuando los pastores llegaron al lugar donde fueron dirigidos para comprobar lo que había sucedido encontraron: “Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre”.  Lucas 2:16, justo lo que se le había anticipado en el verso 12. La tradición nos ha llevado a ambientar la decoración, con ovejas y otros animales que se encuentran en el relato bíblico, los magos “reyes”. Mateo 2:1-12 narra la visita de los magos que vinieron del oriente a Jerusalén. Los versos 9 y 10 dicen:” Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño.
Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo”. No nos dice que llegaron a un pesebre.

El verso 7 dice:” Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella”. Por esta razón, posiblemente, Herodes ordenó que mataran los niños menores de dos años, parece que su investigación lo llevó a la conclusión de que el nacimiento habría ocurrido hacía aproximadamente dos años.
Sería de mucho provecho que  leamos con detenimiento el relato. Con relación al tiempo que permaneció Jesús en Belén, después de su nacimiento, el comentario de Matthew Henry dice: “Pero por lo que se nos da a entender, Jesús continuó por casi dos años en Belén, y nada se nos dice de Él hasta la venida de los magos”.   (Comentario bíblico de Matthew, Henry, Ed. CLIE, 1999 página 1069).

Me pregunto: ¿Por qué ha querido Dios que este aspecto de la vida de su hijo permanezca como un misterio? María la madre de Jesús obviamente que conocía donde había estado con el niño durante ese tiempo. Ella, ha de suponerse, que  tuvo amplia comunicación con los apóstoles, dos de ellos fueron  escritores del Nuevo Testamento, y otros  actuaron como informantes de otros escritores. Se atribuye a Pedro haber informado a Marcos para la escritura del evangelio. No tengo duda de que María pudo haber sido una buena fuente de información. ¿Lo ignoraba Dios? En ninguna manera. Él lo sabe todo.

Lo cierto es que Dios se expreso a través de su palabra al momento del nacimiento de Jesús, veamos: “y la gloria del Señor los rodeó de resplandor”; “Os doy nueva de gran gozo que será para todo el pueblo”. “Gloria Dios en las alturas, y en la tierra paz, y buena voluntad para con los hombres.” La fidelidad de Dios fue celebrada en el cielo porque las promesas de Dios de enviar un salvador al mundo se acababan de cumplir con este nacimiento, pero al mismo tiempo hay un mensaje de reafirmación de paz para los hombres que habrían de creer en el recién nacido,  pero además el coro de ángeles anuncia la buena voluntad de Dios para con los hombre que se acojan a la gracia que representa la encarnación del Hijo de Dios para cumplir el propósito de Dios de reconciliar en él, Jesucristo, al Dios santo con el hombre pecador.

Esta celebración iniciada en el cielo es la motivación única de la navidad. Sin embargo he tratado de recoger, aunque de manera sucinta, un gran mosaico de opiniones y teorías, algunas muy distantes de las otras, y aún la Iglesia cristiana no tiene una opinión convergente.

La tradición juega un papel  importante en las razones de estas celebraciones. Me pregunto ¿son todas las tradiciones  desechables y pecaminosas? Creo que no.

 

El Amor de unos y la Tolerancia de Otros

Ninguna corriente de opinión debe seducirnos a apartarnos del texto bíblico. La Biblia provee información a la que debemos acudir cotidianamente para preservar la unidad del cuerpo de Cristo. Al revisar la Escritura en busca de luz para abordar este tema, además de los pasajes citados precedentemente en este escrito, he encontrado otros, como Romanos 14:3-23; 1Corintios 10; Marcos 9:38-41 y Mateo 17:24-27.

En 1 Corintios 10:3-4, 6 al 11, hablándonos respecto de la idolatría, encontramos consejos saludables, y tomando como ejemplo los padres del pueblo de Israel, nos habla del sustento espiritual que recibieron y de que la roca que los seguía era Cristo: “Y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo” (3 y 4).
“Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar. Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (6 al 11).

A partir del versículo 23 hablando respecto de los alimentos dice: “todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica”.

Es muy importante tomar en cuenta lo que el apóstol quiere enseñar: Hay cosas que siendo lícitas pueden no convenir ni edificar.

El verso 24 es emblemático en las enseñanzas de Jesucristo: “Ninguno busque su propio bien, sino el del otro”. ¿No se compadece esta enseñanza con la de amar a tu  prójimo como a ti mismo?

En los versos 31 y 32 nos dice: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.  No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios”.  Este pasaje es fundamental para el buen entendimiento de la conducta a seguir frente a los hermanos al participar en las celebraciones de la navidad.

En Romanos 14 del 3 al 23, Pablo continúa una enseñanza como la que hemos visto en el capítulo 10 de 1Corintios.

“El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido.  ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme. (3 y 4).
Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. (5 y 6).

Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí.
Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. (7 y 8).
Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven.  Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. (9 y 10).
De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. (12 y 13).
Mas para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es.  Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió. (14 y 15)
El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.  Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. (17 y 19)
No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come.  Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tú hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite. (20 y 21).
14:23 Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado.

En el pasaje de Mateo 17:24-27, Jesús analiza una situación junto a Pedro, y llega a la conclusión de que ni Él ni Pedro deben pagar un impuesto; pero renuncia a ese derecho para no ofender. Nótese la coincidencia de Pablo en Romanos 14:21 con la actitud de Cristo.

Otro modelo de conducta al que apelo para el caso que nos ocupa, es la conducta seguida por el símbolo de la navidad (Jesucristo), en Marcos 9:38 al 41.

Me queda claro que el amor y la tolerancia, que son dos valores cristianos, los debemos emplear como herramientas para un comportamiento dentro de los lineamientos de la conducta que conviene a los discípulos de Jesucristo; cuando se presente la disparidad de opiniones sobre cosas que la Palabra de Dios no computa como pecado.

Este escrito no tiene nada que ver con que alguien se le ocurra tomar una licencia de sus obligaciones como creyente. La Biblia es clara y no se presta a confusión. En casos que tengamos duda lo primero es, no hacer lo que no estamos seguros que podemos hacer sin dejar de dar testimonio de nuestra fe.

En Malaquías capítulo 1 del verso 3 en adelante el Señor reclama el tipo de adoración que Él merece, y merece. Hay una manera de adorar a Dios, solo una (en espíritu y en verdad), y tales adoradores busca Dios que le adoren. Juan 4:23 y 24.

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